Cómo hacer acuerdos que sí se cumplan
Cuando nos casamos, lo hacemos con muchas ilusiones y promesas, convencidos de que podremos cumplirlas. Sin embargo, con el tiempo y las responsabilidades, esas expectativas cambian y los acuerdos que hicimos suelen quedarse atrás o simplemente no se actualizan. ¿El resultado? Frustración y desconexión en la pareja.
La clave está en la libertad. Para que los acuerdos funcionen, ambas partes deben ser libres de elegirlos, no sentirlos como una obligación. La libertad en la relación no es solo un derecho, es una necesidad para mantener viva la conexión y el amor.
Al principio de la relación, todo parece posible, pero al llegar a ciertas etapas, como la paternidad, sin darnos cuenta, los acuerdos se transforman en responsabilidades. Estas nuevas responsabilidades absorben la energía que solíamos dedicar a complacer y cuidar a nuestra pareja. Así, las discusiones se centran más en quién hace qué, y no en el bienestar de ambos.
Para recuperar esa libertad y renovar los acuerdos, es esencial volver a la base de lo que hizo funcionar la relación al principio. No se trata de repetir lo que hacíamos, sino de entender qué funcionaba y cómo adaptarlo a la etapa actual.
Además, existen diferentes tipos de acuerdos que suelen confundirnos. Los intrínsecos son aquellos que no se discuten, se asumen por tradición o costumbre, y terminan generando expectativas poco realistas. Los unilaterales ocurren cuando solo una persona está convencida del acuerdo, y la otra lo acepta para evitar conflictos, pero inevitablemente lleva al incumplimiento.
Un verdadero acuerdo es cuando ambas partes lo discuten, lo eligen libremente y se comprometen a cumplirlo. Para lograrlo, es vital cultivar ciertos principios en la relación: empatía, asertividad, equilibrio, comunicación eficaz, intuición, permitir el "sí" y confiar. Estos valores permiten que la libertad sea el motor de los acuerdos, garantizando que ambos se sientan comprometidos de manera auténtica.
Finalmente, las relaciones no se sostienen solo con responsabilidad. Es necesario que ambos puedan elegir desde la libertad, que se permitan actualizar los acuerdos y que recuerden que el amor fluye mejor cuando se elige amar, no cuando se siente como una obligación.
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