Este libro se refiere a estos antiguos discursos como las percepciones más profundas de la naturaleza, no como principios de una doctrina o tratados filosóficos, sino como percepciones existenciales. De su autor, el famoso erudito del siglo VI Ko Hsuan, no se sabe nada, salvo que es un maestro iluminado del calibre de Lao Tzu. Explica por qué al Tao se le llama " La Puerta Dorada ", para indicar que Dios no es una persona, sino una entrada, una apertura que se produce internamente cuando el buscador está preparado.