Si los cuidados intensivos en adultos son una necesidad de la medicina para atender heridos graves e inestables rescatados de las trincheras en épocas de guerra, la historia de la terapia intensiva pediátrica surge como una necesidad de salud en un país como México en tiempos de paz.
Son las necesidades de salud y la búsqueda de soluciones a los problemas médicos los que favorecen que quienes comparten un interés común, en este caso la atención del paciente pediátrico grave, se reúnan inicialmente de manera informal creando grupos de estudio, compartiendo reflexiones, logrando espacios propios para su desarrollo como la creación de unidades de cuidados intensivos pediátricos, y finalmente constituyendo asociaciones médicas de profesionales formales como la Asociación Mexicana de Terapia Intensiva Pediátrica.
Los médicos que participan en las unidades pediátricas y dentro de la Asociación son socialmente los responsables de delimitar su campo de estudio y a partir de dicha delimitación desarrollar un perfil profesional que describe conocimientos, habilidades y destrezas necesarios para su práctica, e incluso las actitudes necesarias. Crear conocimiento es una parte inherente del profesional de la salud comprometido con su sociedad al dar respuesta a preguntas de investigación o de conocimiento surgidas en la práctica diaria. Las fuentes de información primarias (publicaciones periódicas) o secundarias (libros o tratados) sólo pueden ser desarrolladas por quienes poseen el conocimiento del campo o lo cuestionan como parte de una reflexión y autoevaluación crítica sobre la profesión y la especialidad desde la cotidianidad.