"¿Cuál es la distancia de esta Larga distancia? Es una que interfiere en el núcleo mismo de los afectos y de los vínculos: una pareja, una familia, una colectividad. En aquello que los separa a la vez que los mantiene unidos. En aquello que los aleja, precisamente porque se sienten cerca. Pero en la escritura de Tali Goldman, en su tono y en su destreza, hay algo más: es ese aire de humor que se percibe incluso, o sobre todo, cuando hay desdicha, cuando hay dolor. Cierta forma del humor: ¿y qué otra cosa, sino eso suscita una colectividad? ¿Qué otra cosa, mejor que eso, define a "la" colectividad?
A veces se escribe Dios, a veces se escribe dios, a veces se escribe Di*s. En estos cuentos aparecen las tres variables: la de la mayúscula, la de la minúscula, la de lo inescribible. Porque a veces hay una ley que se impone, reglas atávicas que hay que cumplir. Pero también, y al mismo tiempo, la evidencia de que las vidas transcurren a partir de las desobediencias, de salirse o transgredir. Y a todo eso subyace, con una sutileza admirable, lo que no se dice o no puede decirse, un sustrato de silencio, de secretos o de olvidos. La mejor literatura sabe siempre situarse ahí" (Martín Kohan).
"Los cuentos de Tali Goldman están hechos de llamadas telefónicas, mails enviados desde casillas ajenas, charlas que tratan de acortar la distancia, pero solo logran subrayarla, pepinos susurrados en secreto y tortas de naranja que pasan de mano en mano y terminan volviéndose la piedra basal de una vida.
Son cuentos llenos de humor y picardía, cuentos que se permiten, de tanto en tanto, ser un poco irónicos y que, definitivamente, no le temen a la ternura y la melancolía. No es fácil sacarle filo a la púa límpida y agridulce con la que estos cuentos pinchan al mismo tiempo que arrancan una sonrisa: Tali lo logra con total maestría" (Federico Falco).