El trabajo arqueológico sobre el que se basó la historia de Kinzha hace parte de los inicios de la arqueología preventiva en Bogotá y se relaciona con la construcción de una vía aledaña a la Autopista Sur, próxima a la avenida Boyacá, en el barrio La Delicias (transversal 63 entre las diagonales 44B sur y 43 sur), en el año 1990. Las ciudades, pese a sus acelerados procesos de urbanización, no son ajenas a la información arqueológica. En su subsuelo aún subyace información que da cuenta de los diferentes grupos humanos que la han habitado desde hace algo más de 10.000 años. El poblado donde vivió Kinzha corresponde a un gran asentamiento muisca localizado sobre una terraza aluvial del río Tunjuelito. El trabajo de prospección y las excavaciones de un corte y algunas trincheras permitieron verificar la existencia de varias viviendas, así como un cementerio. El área de estudio donde se concentró la mayor cantidad de vestigios fue de 18.200 m². Gracias a las muestras de carbón analizadas mediante el método de carbono 14 se obtuvieron dos fechas que dan cuenta de una ocupación continua de algo más de cien años. Los dos títulos que dan inicio a esta serie son "La trama de Kinzha. Un mundo tejido en las riberas del río Tunjuelito", escrito por Sandra Mendoza, e "Historia tras una mandíbula sin nombre. Especulaciones sobre la vida de una mujer de clase en la joven Bogotá republicana", de Daniela Hassan. Si bien cada título se ocupa de un periodo de tiempo distinto el primero nos transporta al siglo VIII d. C. y el segundo se centra en la segunda, mitad del siglo XIX, ambos comparten algunas características que queremos destacar: fueron realizados por mujeres arqueólogas que se aventuraron a explorar la narración literaria, para lograr transmitir lo que Sandra propone como el "laberinto del arqueólogo" y lo que Daniela describe como "especular sobre algo que jamás será conocido a través de la experiencia empírica o etnográfica".