El nombre de Eugenio María de Hostos nunca fué muy popular en América. ¿Por qué? Porque no lo repiquetean consonantes de villancicos, sino que repercute en la región de las ideas, menos frecuentada que aquella otra región donde el vulgo se extasía en la música de fútiles rimas, de rimas que, naturalmente, nada tienen que hacer con el Parnaso y que horrorizarían á las Piérides.
Aunque fué maestro, porque tuvo qué enseñar, no lo siguen parvadas intonsas y bullangueras de discípulos. Los leones andan solos. Los leones son raros hasta en África. Como en América no existen semejantes cuadrúpedos crinados, ¿qué mucho que ignore el vulgo á ese león de Borinquén, espécimen desacostumbrado, y que lo tome, á lo sumo, por un gato montés?