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En agosto de 2017 tres amigos se juntaron para pensar un blog donde publicar diferentes textos sobre deporte. Ninguno de los tres era periodista. El enfoque estaba más en lo literario. Así surgió Lástima a nadie, maestro. En poco tiempo pusimos la mirada en las historias. ¿Cómo hacer algo diferente sin tener acceso a testimonios directos? La respuesta la encontramos en intentar afilar lo más que pudiéramos la escritura. Si no podíamos contar lo que sucedía desde adentro, la clave tenía que estar en cómo contábamos eso que estaba a la vista de todos y todas. Así nos enmarcamos en la idea de que el deporte es una excusa para contar historias. Volver sobre la vieja acción de narrar una historia. Eso que en la inmediatez del periodismo deportivo y las redes sociales había caído en desuso. Hoy en la LANM conviven periodistas, comunicadores, escritores y profesores. Pero todos esos oficios también conviven, en mayor o menor medida, en cada uno de nosotros. Por ende, en cada uno de los textos que escribimos. En tiempos donde la imagen es la norma, nosotros nos paramos desde las palabras. A riesgo de aburrir preferimos contar las historias como creemos que deben ser contadas. Con su contexto histórico y político; con descripciones de sus personajes; con referencias literarias, musicales o cinematográficas. Creemos firmemente que todavía hay gente dispuesta a leer un texto durante más de diez minutos.
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