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José Gutiérrez-Solana (Madrid, 28 de febrero de 1886-24 de junio de 1945) procede de una familia de la alta burguesía que, al observar su interés por la pintura, le anima a aprender dibujo. Su padre fallece cuando Solana cumple doce años, tras lo cual su madre se trastorna. Estos acontecimientos, unidos a la muerte prematura de varios de sus hermanos, puede explicar la constante presencia de la muerte y la locura en su obra tanto pictórica como literaria.
En 1900 ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde recibe formación durante cuatro años. En la Nacional de Bellas Artes de 1906 obtiene una mención honorífica y los elogios de Ignacio Zuloaga.
A finales de 1908 se traslada a Santander junto a su familia siguiendo la recomendación de los médicos que esperaban que la salud mental de su madre mejorase, aunque Solana siguió visitando Madrid periódicamente.
En la Nacional de 1917 obtiene su primer reconocimiento importante: la Tercera Medalla. A finales de ese año vuelve definitivamente a Madrid con su madre y su hermano Manuel. Frecuentó entonces las tertulias de los intelectuales de la época, como la que se celebraba en el café Pombo en torno a Ramón Gómez de la Serna.
Su estilo tremendista no fue fácilmente aceptado en un principio y es en estos años cuando empieza a ser reconocido por las elites culturales. En 1921 celebra su primera exposición individual en el Ateneo de Santander. Un año después recibe la Primera Medalla en la Nacional con un cuadro sobre marineros cántabros. Estuvo presente en la Nacional de 1924, en la muestra de Pittsburg y en el Salón de Otoño.
Durante 1926 se publica su única novela, Florencio Cornejo, que narra los últimos momentos de su tío perturbado, su entierro y su velatorio en la localidad cántabra de Ogarrio.
A principios de 1928 se traslada a París animado por Edgar Neville. Allí expone varios de sus lienzos en una galería, aunque sin demasiado éxito. No será hasta 1936, en una muestra sobre pintores contemporáneos españoles, cuando alcance el reconocimiento en la capital francesa.
Al estallar la guerra civil viaja a Valencia junto a otros intelectuales invitado por el gobierno de la República. Vuelve a Madrid al terminar la contienda. Durante los siguientes años su obra pictórica sigue obteniendo numerosos premios. En 1945 le fue concedida la Medalla de Honor de la Nacional de Bellas Artes a título póstumo.
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