Sin la intención de criminalizar, judicializar o patologizar conductas, debemos estar atentos a fenómenos de hostigamiento escolar y diferenciar un tipo de acoso que se ha naturalizado y está muy asociado a la diversión y al posicionamiento en el grupo de iguales, y que al intervenir muestra oportunidades para sanar las relaciones, de aquel otro abuso duro que busca derribar, demoler, destruir con perversidad y sin culpa, y no tiene un buen pronóstico.