Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) es una de las voces mas singulares y combativas del panorama poetico espanol contemporaneo, tanto por su contribucion a la expansion y posterior evolucion de la estetica novisima, como por su personalisima poetica y su manera de reivindicar la heterodoxia. Una heterodoxia que incide por supuesto en el terreno politico y social, pero tambien, y sobre todo, en el sexual. El hecho de que su poesia sea esencialmente homoerotica no puede hacernos olvidar que la obra de Villena, en su conjunto, puede ser leida como un elaboradisimo Tratado de amor. Una concepcion filosofica que, trascendiendo el componente exclusivamente sexual (pero sin renunciar a el), ha sido capaz de fusionar el concepto del eros alejandrino, la tradicion del eros paidofilo clasico, el hedonismo oriental heredado de la cultura arabigo-andaluza, y la conciencia transgresora del decadentismo finisecular. Todo ello, sin olvidar la radical desobediencia que impregna sus ultimos poemarios y que se opone frontalmente a la dictadura de guante blanco de lo politicamente correcto, queda recogido en los estudios que componen La belleza callada de la noche.
Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) es una de las voces más singulares y combativas del panorama poético español contemporáneo, tanto por su contribución a la expansión y posterior evolución de la estética novísima, como por su personalísima poética y su manera de reivindicar la heterodoxia. Una heterodoxia que incide por supuesto en el terreno político y social, pero también, y sobre todo, en el sexual. El hecho de que su poesía sea esencialmente homoerótica no puede hacernos olvidar que la obra de Villena, en su conjunto, puede ser leída como un elaboradísimo Tratado de amor. Una concepción filosófica que, trascendiendo el componente exclusivamente sexual (pero sin renunciar a él), ha sido capaz de fusionar el concepto del eros alejandrino, la tradición del eros paidófilo clásico, el hedonismo oriental heredado de la cultura arábigo-andaluza, y la conciencia transgresora del decadentismo finisecular. Todo ello, sin olvidar la radical desobediencia que impregna sus últimos poemarios y que se opone frontalmente a la dictadura de guante blanco de lo políticamente correcto, queda recogido en los estudios que componen La belleza callada de la noche.